A
menudo, cuando hablo con los pacientes de ciertos temas, ellos me replican:
“¡Ah! Eso no es nada nuevo para mí . Eso
ya lo sé.”
Y
es cierto. Hoy en día Internet nos proporciona una cantidad de información
abrumadora y gratuita sobre cualquier tema que deseemos.
Pero
la información tiene poco valor. Cuando aprendemos algo nuevo, cuando nos
informamos, lo recordamos por poco tiempo y luego lo olvidamos. Después,
requerimos de nuevo más información, y de nuevo al cabo de algún tiempo, la
volvemos a olvidar. Y así sucesivamente. Una y otra vez.
Posponemos
una y otra vez el pasar a la acción, porque dudamos si la información que
tenemos es insuficiente o tal vez errónea. Así pues , nada sucede en nuestro
entorno porque lo tenemos todo en la cabeza pero no lo aplicamos . Cuánta más
información, más difícil es actuar.
El
conocimiento se adquiere actuando. Es decir, llevando la información a la práctica.
Viendo si es útil en realidad o no.
Aunque nos equivoquemos, aprendemos
del error. Y eso nos da conocimiento.
La
información viene de aprender, y el conocimiento viene de experimentar, de
aplicar lo aprendido, de vivir los acontecimientos.
El
conocimiento sí que es valioso. Pero sabemos que sólo un 20% de las personas
aplican aquello que aprenden. Y al aplicarlo transforman su mundo y también su
vida. ¿ Estás tú en ese 20%?. Si es así,
felicidades.
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